Esta semana Cristina, con su discurso por YouTube, contagió de fragilidad al resto del Gobierno. Se vio a una persona desbordada, tapada de recortes de diario y desgranando un discurso paranoico sin ninguna prueba que apoyara sus dichos.
El CEO de un banco de inversión internacional le dijo a Clarín después del discurso: “Las decisiones de política económica van a aumentar el nivel de irracionalidad y las medidas que podrían tener un costo de popularidad van a pasar a ser inaceptables”.
Los bancos del exterior no cuestionan las intenciones de Massa, pero sí que pueda lograrlo.
“Esta etapa se define como ‘cover your ass´ (cubrirse el culo) -agregó el CEO-. Esto no transforma a Argentina en Angola, pero se va a acentuar la prudencia. Los próximos doce meses son peores”.
Los banqueros ven que en los próximos doce meses el riesgo constante de la falta de reservas puede producir una devaluación inesperada y desordenada, detrás de la cual la inflación pase a los dos dígitos mensuales, con meses de 15% de aumento de precios, pero sin llegar a una híper.
La estrategia de Sergio Massa, según afirmó a su entorno, es “caminar con anteojeras”: seguir implementando un ajuste que lleve las cuentas fiscales lo más cerca posible del 2,5% de déficit comprometido con el Fondo.
Esta semana, mientras Cristina se llevó el protagonismo mediático, Economía recortó casi 150.000 millones de pesos del Presupuesto sobre programas que eran banderas del kirchnerismo: el plan Procrear (de créditos para la vivienda) y el Conectar Igualdad (de entrega de computadoras en las escuelas).
Con Cristina copando la escena y arrastrando al peronismo a su pelea contra las Justicia, Alberto sintió la necesidad de reaparecer.
“Que no ayude más”, le dijo a este diario un dirigente kirchnerista luego de ver la repercusión de la entrevista del presidente en A dos voces. Mientras el kirchnerismo intentaba instalar a Cristina como “víctima”, Alberto puso en ese lugar al fiscal Luciani y reflotó el caso Nisman.
Fue de la Casa Rosada desde donde salió la versión del indulto a Cristina, de un funcionario muy cercano al Presidente. Hay una discusión abierta sobre si corresponde o no un indulto para acusados del delito de corrupción, ya que la Constitución no es taxativa sobre este punto en el artículo 36.
Cuando Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano le preguntaron sobre el punto Alberto dijo: “Cuando vine para acá vi un tweet de Oscar Parrilli rechazando el indulto y la amnistía, que retuiteó Cristina, con lo cual debo entender que la que no quiere pensar en un indulto es Cristina”.
Si el Presidente “debe entender” los deseos de Cristina a través de Twitter, es que sigue sin hablar con ella, lo que agrega otro elemento a la confusión general. En la reunión del PJ nacional (del que Alberto es presidente) se discutió la fecha de una próxima movilización y la declaracion del “estado de alerta y movilización”.
Frente a la discusión de si hacer o no la marcha el 17 de octubre, Alberto propuso el 16 de septiembre (en esa fecha de 1955 se llevó a cabo el golpe de la llamada Revolución Libertadora, que derrocó al segundo gobierno de Perón). La propuesta fue desechada.
Con la mitad de los habitantes en la pobreza y una hiperinflación en ciernes, el principal problema político de la Argentina parece ser una causa judicial contra Cristina. La realidad política transita entre un Presidente sin agenda y una vicepresidente desbordada. Massa parece ser el único sensato en este trío, pero sus decisiones están condicionadas por Cristina o por el Fondo Monetario.
Aunque Dios bajara a su país -es argentino, claro- y arreglara la economía, el problema político subsistiría y terminaría desarreglándola otra vez. Lo que estamos viendo se llama descomposición. Y la pregunta es cuánto durara.
Fuente: Jorge Lanata