Sergio Ríos: “Soy emprendedor, arriesgado, vi el negocio cuando nadie lo veía”

11 abril, 2023

Fue durante el gobierno de Carlos Menem que el misionero Sergio Alejandro “Neco” Ríos (58) decidió invertir en ladrillos en Camboriú, Brasil, y encontró allí al amor de su vida. “Cuando empecé a comprar los terrenos acá, todos me decían que estaba loco y cuestionaban cómo iba a invertir en otro país. Para mí estaba bien, entonces lo seguí haciendo”, manifestó, con los resultados a la vista. Con el tiempo, consolidó una empresa importadora mediante la que comercializa productos desde Mendoza.

Mientras asoma su torso por el balcón del séptimo piso y admira los lujosos edificios que se levantan en Camboriú, Sergio Ríos no puede dejar de pensar en ese momento mágico en el que decidió invertir en esta ciudad brasileña. Fue durante la presidencia de Carlos Menem cuando este posadeño, nacido en el barrio Santa Catalina, vio la oportunidad de ampliar horizontes. Pero su vida había empezado a cambiar de rumbo unos años antes, cuando junto a su amigo Luis “Chino” Pedrozo iba de vacaciones a Florianópolis y sufrió un accidente tras el reventón de un neumático. Ese día la ilusión del viaje quedó reducida sobre la BR 101 en la localidad de Pozo Redondo, a 280 kilómetros de Balneario Camboriú. Fue una desgracia con suerte porque gracias a ese siniestro conoció a Luciene Pereira, una brasileña de Itajaí, que le robó el corazón y que, poco después, se convirtió en su esposa.

Ahora recuerda esos momentos como una anécdota más, de las tantas que tuvo en la vida. Dijo que después del siniestro, que se produjo un viernes, depositó su Palio 0 kilómetro, totalmente destruido, frente a la concesionaria Fiat, a fin que fuera reparado. Mientras tanto, “nos quedamos en un hotel y como estábamos muy desanimados, el sábado el dueño del lugar nos llevó a una fiesta que hacía la Fiat que quedaba bastante lejos. Con el ‘Chino’ nos sentamos en una mesa y estábamos tomando cervezas cuando divisamos a un señor que, en otra mesa, estaba bebiendo solo. Sin saber de quien se trataba, lo invitamos a sumarse, pero dijo que nos acercáramos a su espacio. Luego nos enteramos que ese señor era el gerente de la concesionaria”.

El lunes, cuando Ríos pasó a ver el presupuesto de los arreglos del auto, le dijeron que el gerente quería hablarle. Cuando atravesó el umbral de la oficina, observó que se trataba de la misma persona que compartió con ellos en la velada del sábado. Enseguida, le facilitó un Fiat Uno de esos que la concesionaria dispone para las pruebas de manejo. “Tenía seguro y el tanque lleno, y dijo que podía utilizarlo mientras arreglaban el mío. Venimos a la playa más cercana para pasar unos días, mientras se resolvía la situación”, manifestó este emprendedor, criado en los alrededores de los clubes Independiente y Atlético Posadas.

Padre de Rodrigo y de Thalita Aline, Ríos hizo la primaria en el Instituto Santa Catalina y luego se incorporó al Liceo Policial, buscando seguir quizás sin darse cuenta los pasos de su padre, también Sergio, que había fallecido cuando su hijo tenía apenas seis años.

Contó que llegaron a Balneario Camboriú y se habían sentado sobre unas reposeras, cuando unas jovencitas, percatándose que eran extranjeros, se acercaron a la vera del mar para ofrecerles un departamento en alquiler. Una de ellas, Luciene, quien luego se convertiría en su esposa, le había tirado sin querer algo de arena, cuando recibió el reproche de Ríos. La joven le retrucó: “¿y para qué venís a la playa si no querés que te tire arena?”. Después de este pequeño entredicho, continuó el diálogo y Sergio y su amigo, terminaron residiendo en casa de los padres de la muchacha -Tania y Renato- por el término de una semana.

“Después de conocernos con las chicas, como no me quedaba casi dinero porque había gastado en guinche, auxilio y demás, Luciene nos invitó a ir hasta la casa de los padres, donde permanecimos casi una semana, hasta que terminaran los arreglos. Mientras tanto, entablamos una relación y decidimos ponernos de novio. Cuando volví a Misiones, hablábamos por teléfono todos los días, pero entendíamos que la relación a distancia no funcionaría. Fue entonces que ella vino a la Argentina por quince días, y se quedó a lo largo de 40”, comentó este hincha de San Lorenzo de Almagro, que cuando juega Argentina y Brasil, debe festejar en silencio el triunfo de la albiceleste. Sin rodeos, decidieron ir a vivir juntos. Primero, en Paraguay, por el término de tres años y luego en Posadas, donde continuaron por otros tres. “Transcurría el gobierno de Carlos Menem y estaba vigente el uno a uno. Como ganaba bien como gestor de la concesionaria Mercedes Benz, de Armando J. Ríos, de Buenos Aires y mi dinero valía, iba guardando el efectivo y decidí invertir en Brasil, teniendo en cuenta que Luciene era de acá, y pensando en establecernos en este país más adelante”, rememoró.

Nuevos rumbos y desafíos

Ríos narró que “siempre veníamos de visita a la casa de mis suegros y vi la oportunidad de invertir aquí tanto en la compra de terrenos como en la construcción. En el lapso de unos cinco años, en un predio pequeño, levanté un edificio con once departamentos. Como la administración a distancia de ese inmueble me ocasionaba muchos problemas, decidimos adelantar la radicación en Brasil”. Sostuvo que, para ese entonces, ya había mucho dinero en juego. “Eso hizo que deje todas mis cosas en Argentina. Cuando empecé a comprar los terrenos acá, todos me decían que estaba loco y cuestionaban cómo iba a invertir en otro país. Para mí estaba bien, entonces lo seguí haciendo. Siempre fui muy emprendedor, muy arriesgado, pero aquí están los resultados”, celebró quien hace 18 años reside en la llamada “Dubai” de Brasil.

Actualmente, junto a su esposa, se dedica a los alquileres de temporada en el verano, además de dirigir una empresa importadora mediante la cual trae ajos, aceitunas, vinos y pasas de uva desde Mendoza, mientras se encuentra en tratativas de llevar productos brasileños a la tierra de los viñedos.

Aseguró que, al momento de realizar la inversión, “no tenía ni una sola duda, porque soy emprendedor, arriesgado, vi el negocio afuera cuando nadie lo veía. Por eso fui a vivir el Paraguay porque en Encarnación pagaba 160 dólares por un alquiler cuando en Posadas esa misma opción valía 500 dólares. Cuando en Brasil compré el terreno para edificar, estaba valuado en 11.000 reales y a esa plata yo la ganaba en dos meses. Ahí fui comprando otro terreno, otro terreno. Después me agarró el corralito y no pude traer mis ahorros desde Argentina, así que me vi obligado a vender dos terrenos para terminar la obra que había iniciado”.

Alquileres a la carta

En referencia a su visión de futuro, explicó que “se me prendió la lamparita porque en Argentina vivíamos bien, holgados, hacíamos compras, nos alimentábamos bien, y podíamos comprar un auto en 60 cuotas sin intereses. El interés era el mínimo, y la mayoría de los argentinos no nos dábamos cuenta de eso. Yo me di cuenta de eso cuando decidimos con Luciene, alquilar un departamento en el Paraguay. Me cuestionaba cómo en el vecino país abonaba por un departamento un total de 160 pesos, que serían 160 dólares, y en la Argentina, el mismo departamento, a lo mejor más simple, estaba pagando 600 dólares. Era mucha la diferencia, entonces dije: no es así. Tengo que agarrar lo que gano en Argentina e invertir en otro lado. Decidí invertir acá en Brasil porque vi el futuro de los alquileres, y ahora tengo mi inversión en los departamentos alquilados anualmente”. Todo se fue consolidando porque venían muchos coterráneos o lo llamaban para pedir un inmueble a fin de pasar sus vacaciones, entonces “decidimos montar una pequeña empresa durante la temporada y para argentinos. Empezamos aquí, en Meia Praia, Itapema, Bombas y Bombinhas, después quedamos solo con Balneario Camboriú y Meia Praia.

Para viajar a las otras localidades el tránsito de ingreso y egreso es complicado, por lo que perdíamos un día entero y no podíamos atender los alquileres cercanos. De esta manera, cosechamos muchos conocidos y amigos que solemos frecuentar”.

Si bien se domicilia en Balneario Camboriú, buena parte de sus alquileres se encuentran en Itajaí, una ciudad situada a 30 kilómetros. “Me arriesgue a invertir ahí, porque es una localidad portuaria donde viene mucha gente de afuera en busca de trabajo. Es un lugar que genera mano de obra, entonces todo el mundo necesita de un alquiler”.

Sueño cumplido

“Estoy en el paraíso. Acá la vida es muy linda, es otra cosa. Acá podés programar tu futuro, porque acá hay futuro. Si trabajás, ganás plata, pagás impuestos como en la Argentina, pero ves los resultados en la ciudad, en la educación, en la limpieza, la seguridad”, reflexionó. E insistió con que vive en una ciudad segura, limpia, con cobertura social de Estado “que es buena. Vivimos bien, estamos bien económicamente, nuestra hija va a la facultad -es estudiante de derecho-, y programamos la vida en etapas porque acá hay condiciones para eso porque es un país estable”.

Ver a la Argentina en estas condiciones me da mucha tristeza. Cuando vienen mis amigos, a veces me quedo callado porque no los quiero ofender, pero veo que nuestro país no es que quedó detenido en el tiempo, sino que retrocedió. Lo comparo con Paraguay, adonde a veces voy de visita, y veo cómo crece. Está más adelantado en todo, en lo que respecta a la ciudad, a la gente. La Argentina se quedó, y se quedó. Buena parte del pueblo se acostumbró a recibir las cosas de arriba, hay muy poca gente que quiere trabajar, emprender, y se esfuerza, pero tampoco tiene posibilidad porque el Gobierno no le permite. El país no puede seguir así”, lamentó.

“Estoy en el paraíso. Acá la vida es muy linda, es otra cosa. Podés programar tu futuro, porque acá hay futuro. Si trabajás, ganás plata, pagás impuestos como en Argentina, pero ves los resultados en la ciudad, en la educación, en limpieza, seguridad”.

Es muy difícil que regrese, más aún en estas condiciones. “Aquí tengo a mi familia, mis cosas, mi empresa y me siento un brasileño más. Tengo doble nacionalidad, al igual que mi hija. Siempre y cuando tengo tiempo, me ocupo que los turistas puedan conocer nuestra ciudad, los guío, les muestro los lugares en los que pueden saborear nuestros ricos platos. Estoy a disposición cuando necesitan alguna ayuda, sea en caso de enfermedad o por problemas con el auto como me pasó a mí en aquel entonces”, agregó, entre risas. Es que por un accidente “mi futuro está ahora acá, con mi familia, mi felicidad”.

A la distancia, siempre recuerda los días de su infancia, rodeado de sus amigos posadeños y plagados de travesuras. “Me acuerdo de todo el mundo porque no abandono mis orígenes. Cuando voy, trato de visitar a quienes conozco. No puedo saludar a todo el mundo porque el tiempo no me alcanza, cuando paso en mi viaje rumbo a Mendoza para ver mis cosas. Mi hijo Rodrigo “Tito” vive allá junto a su familia, y cuando me agarra nostalgia me voy unos días a la tierra colorada para ver a mis amigos, a comer asado y a tomar unos vinos”. De los más cercanos, solo queda su hermano Guillermo y otros “poquitos parientes porque mi familia es bien chiquita. Mi mamá Irma Dora Montiel, mi hermana y un hermano ya fallecieron, como es ley de la vida”.

Distendido, pensando en disfrutar más que en encarar proyectos, apuntó que “cuando hago un balance de mi vida y miro hacia atrás, todo lo que hice me produce mucha alegría, estoy satisfecho conmigo mismo porque logré mis objetivos. Mi objetivo principal era la importación y exportación. Quería ver llegar mis camiones con mercadería y recibirlos acá, y actualmente hago eso. Mis camiones vienen acá cargados con la mercadería que recibo, la vendo y entrego a mis clientes. Estoy realizado porque todo lo que quería hacer en mi vida, lo hice, y lo celebro agradecido”.

Experiencias

Después de recibirse de policía, Ríos pidió la baja tras cinco años de servicio, y comenzó a administrar el prestigioso restaurante La ventana, ubicado sobre la calle Bolívar. “En ese momento era el más cheto, lo mejor de Posadas. Lo frecuentaba todo el mundo. Ahí acostumbraba a comer el gobernador, los ministros. Ofrecía comida internacional, de nivel. Fui conociendo mucha gente, a empresarios de Posadas”, contó. Desde el Círculo de Oficiales “me vincularon con los dueños de ese comercio y después de pedir la baja me dediqué a administrarlo sin saber nada. Fui aprendiendo. Conozco mucho de vinos, de comidas, gracias a ese restaurante, que administré por nueve años”.

Más adelante, se dedicó a la gestoría del automotor gracias a la venta de camiones Mercedes Benz que la empresa Armando J. Ríos realizaba en el nordeste del país. ”Pilo” Godoy y “Pocho” Olivera , dueños de la Agencia de Camiones Godoy-Olivera SRL, “eran mis patrones. Son muy buenas personas con las que aún me relaciono, nos vemos cada vez que voy, los visito porque me ayudaron mucho en su momento, por lo que nunca los olvido”, dijo. En esa tarea, “empecé a trabajar con documentos, inscripciones, transferencias de camiones nuevos y usados que se vendían en Misiones y parte de Corrientes y Chaco. También trabajé mucho con el Plan Canje y gané bastante dinero, que invertí en Brasil”.

Fuente: primeraedicionweb