Para los pudientes abonados de la San Martín y para los que no tienen un mango partido al medio: volvió el River de toda la vida.
El famoso, como le dicen acá en el Monumental. El que atraviesa a decenas de millones de personas en todo el país, el que durante más de un siglo estuvo clavado en los paladares de generaciones enteras hasta hoy. Volvió River.
Un equipo compacto, intenso, de buen pie, voraz, inteligente para leer los partidos. Fue demasiado para Godoy Cruz y habría sido demasiado para cualquier otro, porque al fin se vio en esta era una tromba a la que poco le importó lo que hiciera el rival: aún en la deformación profesional lógica de un técnico megaestudioso y táctico como se ve que es Demichelis, esta vez, como en Santiago del Estero entre semana, se vio a un River que impuso condiciones, que le dijo al adversario -y a los que vengan a partir de ahora- que ellos son los que deben internarse a ver videos para entender cómo contrarrestar el juego del CARP.
Hay un cambio evidente en River desde el finde pasado, y un cambio que afortunadamente avanzó rápido: con un Enzo Pérez protegido con laderos que lo ayuden a copar una mitad de la cancha que ya no es más el centro de un reloj de arena, el horno ya está en la cocina y el inodoro en el baño.
A partir de allí, las cosas solo podían mejorar para un 11 mucho más denso, corto, que anoche sumó su tercera valla invicta consecutiva pero que le agregó mucha chispa hacia adelante. Con De la Cruz y Aliendro desdoblándose y llegando al área en posición de nueve, con un Nacho Fernández con la varita cargada de fútbol para hacer funcionar la sala de máquinas, con un Beltrán que merecía ser titular y otra vez demostró por qué: al sacrificio le agregó rock and roll y especialmente una tranquilidad que en otros momentos no tenía para buscar la mejor definición.
River, este River, diluyó a un Godoy Cruz que asomaba después de bajar a Racing como un rival de peligro (no por nada no perdía en Núñez desde hace casi ocho años): una tromba para el Tomba que nunca le encontró la vuelta al partido. En el único rapto en el que lo hizo, ahí estaba el arquero campeón del mundo. Así, claro, muy difícil para los mendocinos que sufrieron a un River que, como pronosticó su propio entrenador, despegó en funcionamiento en este tramo de la temporada y le sumó un par de ges a la que ya tenía.