Gallardo tenía razón. No hace falta ver un City-Liverpool para observar fútbol de nivel europeo. Tampoco es necesario prender la tele y poner un partido de esos para deleitarse con jugadores que tranquilamente podrían estar allá, en los grandes.
Podrían preguntárselo a los más de 70.000 hinchas de River que llenaron el Monumental, a los otros miles que lo siguieron por TV o al señor inglés que se sentó en un palco y a los 10 minutos ya tenía la boca abierta por el golazo que convirtió Enzo Fernández, la joya que había venido a scoutear desde Manchester. Vaya si le pesó al pibe que haya gente del United, uno de los capos del Viejo Continente.
El señor inglés quizás desee que su equipo juegue como este River. Que en cada ataque meta a siete jugadores en campo rival. Que reduzca casi a la mínima expresión a un Fortaleza que llegaba con pergaminos desde Brasil (salió cuarto el torneo pasado, más arriba que Corinthians, rival de Boca). Que cuando acelera, cualquier cosa pueda pasar. Que presione y asfixie al adversario.