Paliza de 40 minutos y 27 horas de agonía: tortura y muerte de Wasyluk

28 noviembre, 2021

En el inicio del juicio se plasmó el terrible castigo que padeció la víctima. “Yo vi el cadáver de mi hermano. No hay palabras para describir lo que le hicieron”, dijo Jorge

La agonía de Hugo Miguel Wasyluk (38) fue insoportable. Desde su detención en Villa Bonita hasta que lo hallaron muerto en una celda de la Seccional Primera de Oberá transcurrieron 27 horas, lapso en el que varias veces rogó por asistencia médica que nunca le brindaron.

El informe de autopsia dio cuenta de un terrible castigo, al extremo que padeció el desgarro de las arterias que irrigan los intestinos y fractura de la pared torácica por el peso ejercido por al dos menos personas que lo pisaron estando tendido.

“Se trata de una lesión que genera un intenso dolor a la acción de respirar”, señaló el dictamen del forense Gabriel Flores. Asimismo, precisó que “con la debida atención médica podría haber sobrevivido”.

Se estima que Wasyluk fue golpeado durante alrededor de 40 minutos estando esposado, es decir sin la mínima posibilidad de defensa.

A las 21 del 25 de abril de 2011, una patrulla de la Comisaría de Villa Bonita lo interceptó caminando por el medio de la ruta provincial 103. El vehículo era conducido por el sargento Pedro De Mattos, quien sin detener la marcha abrió su puerta y derribó a la víctima. Wasyluk ni siquiera tuvo la opción de resistirse.

Lo golpearon con bastones, le propinaron patadas, lo esposaron y lo tiraron a la carrocería.

En el trayecto hacia la Comisaría de Villa Bonita siguieron golpeándolo, al igual que al llegar a la dependencia.

Un joven que estaba detenido en el lugar declaró que cuando el móvil estacionó en el patio escuchó “un ruido seco, como cuando se tira una bolsa de papas en el suelo”.

La golpiza continuó camino a Oberá y tuvo un breve intervalo cuando el médico policial lo revisó por arriba mientras comía un asado. Luego siguieron castigándolo hasta llegar a la Seccional Segunda.

Rogó por un médico

El ex agente Ricardo Javier Rodríguez, imputado junto a De Mattos y al ex cabo Carlos Antonio Gómez por el delito de tortura seguida de muerte, declaró que sus camaradas fueron quienes se ensañaron con Wasyluk.

“Gómez le daba rodillazos en el pecho y le decía que era para que no se meta más con la Policía. Cuando llegamos a la Segunda lo tiró en las escaleras”, aseguró.

En definitiva, más allá de atenuar su propia responsabilidad, el testimonio de Rodríguez confirma que la víctima fue maltratada con extrema saña por alrededor de 40 minutos, ya que luego de que se negaran a alojarlo en la Segunda, a las 21.45 fue ingresado a la Seccional Primera.

Una hora más tarde, el jefe de guardia Gustavo Javier Fontana dejó asentado en el libro que el detenido presentaba más lesiones que las citadas en el certificado emitido por el médico policial José Orlando Morales. De todas formas, nadie ordenó una segunda revisión o el traslado al hospital.

Al otro día (26 de abril) a las 9, otro uniformado dio cuenta de que el detenido estaba acostado en posición fetal y decía: “Estoy jodido, necesito un médico. En serio estoy hablando”. Pero otra vez la superioridad subestimó la situación. 

El último miércoles, en el primer día del debate oral por el homicidio de Wasyluk, la lectura de la requisitoria de elevación a juicio detalló las responsabilidades que les caben a cada uno de los trece policías imputados.

En un tramo se leyó que la víctima, ya con sus últimas fuerzas, pedía por su madre y una frazada, lo que fue un mazazo para doña Bárbara Chitouski (83), la madre de Hugo, presente en el juicio.

“Yo creo en la Justicia, y sobre todo creo en la justicia de Dios. Pero esta pena no se cura con nada”, comentó luego.

Dolor de hermano

Oficialmente, el cadáver de Hugo Miguel Wasyluk fue hallado a la 0.20 del 27 de abril del 2011 en la celda número 2 de la Seccional Primera. Estaba sobre la letrina, con los brazos hacia adelante.

Según la autopsia, la causa de la muerte fue “un shock hipovolémico y asfixia por aspiración de líquido intestinal”. Wasyluk sufrió una hemorragia masiva que impidió que su corazón pueda bombear suficiente sangre al cuerpo y sus órganos dejaron de funcionar. A consecuencia de ello aspiró su propia materia fecal. El cadáver presentaba “múltiples lesiones traumáticas a nivel torácico de tipo compresivas, producidas con gran peso”, ocasionadas por el terrible castigo que sufrió estando esposado. 

“Yo vi el cadáver de mi hermano. No hay palabras para describir lo que le hicieron. Hasta los testículos tenía lastimados. Por eso no entiendo que digan que no se dieron cuenta de su estado porque se confiaron en el certificado médico. Aparte la celda estaba llena de vómito, quiere decir que durante horas nadie entró a controlar”, expresó Jorge Wasyluk.

Y agregó: “Para mí que mi hermano murió el 26, varias horas antes de lo que dicen, pero mientras tanto estuvieron viendo qué hacer. Esa noche mí mamá estaba en una clínica de acá, de Oberá, cuidándole a mi papá que estaba internado y la Policía la buscó a eso de las nueve de la noche. La hicieron esperar un rato en la Primera y al final le dijeron que se vaya, nomás. Para mí que mi hermano ya estaba muerto y al final no le dijeron para armar una coartada”.

Las responsabilidades

Además de los citados De Mattos, Rodríguez y Gómez, la comisión que detuvo a Wasyluk se completó con el oficial subayudante Jorge Antonio Heijo y el suboficial mayor Wilson Ricardo González, quienes están siendo juzgados por omisión de denuncia e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Para la Justicia de instrucción los dos últimos no golpearon, pero tampoco hicieron nada para evitar los excesos de sus subalternos. 

“Yo no vi que Wasyluk haya tenido un cuchillo”, declaró el ex agente Rodríguez, desacreditando la coartada defensiva de sus camaradas que aseguraron que la víctima lo agredió con un arma corto punzante.

Incluso, declaró que De Mattos y Gómez se autolesionaron con un cuchillo y luego dijeron que la víctima los había atacado.

Rodríguez insistió en que fue amenazado por De Mattos y agredido por Gómez para que guarde silencio. Además trataron de imponerle su mayor jerarquía.

“Que no abra la boca. Desde cuándo la pared mea al perro”, declaró que le dijo De Mattos. En este contexto, desde un primer momento los tres fueron los más comprometidos y permanecieron tres años detenidos, lo máximo que permite la prisión preventiva.

Estando tras las rejas fueron dados de baja de la Policía. Fueron liberados en mayo del 2015 tras pagar una caución de 50.000 pesos cada uno, por lo que llegaron al juicio en libertad.

En tanto, el médico Morales está acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público ya que no revisó a la víctima como correspondía.

El mismo grado de responsabilidad alcanza a Miguel Ángel Espíndola quien era jefe de la Seccional Primera, como el personal a su cargo: Hugo Ariel Basaraba, Carlos Ariel Lentini, Roxana Andrea Harasimezuk, Alejandro Fabián Núñez, Luis Alberto Silva y Gustavo Javier Fontana.

En síntesis, al jefe y personal de la Primera se les achaca que subestimaron los pedidos de ayuda de la víctima, quien agonizó por 27 horas sin asistencia médica.

¿Riesgo de fuga?

Ante la gravedad de la acusación y la posibilidad de duras penas, Rafael Pereyra Pigerl y Vannela Vignoles -querellantes en representación de los deudos de Wasyluk- solicitaron la prisión preventiva de todos los imputados mientras dure el debate oral.

Esto con el objetivo de impedir alguna interferencia en el proceso, como presión a testigos o fuga de los implicados. De todas formas, el Tribunal Penal Uno de Oberá rechazó el planteó y los acusados se hallan en libertad.

En este punto, cobra relevancia un dato que oportunamente aportó el ex agente Rodríguez, quien estando detenido declaró que Gómez habría planificado fugarse porque sabía que pasaría largos años tras las rejas.

En ese sentido, cuando estuvo preso pidió que lo alojen en Campo Ramón o Villa Bonita, dependencias que disponen de menores medidas de seguridad, solicitud que no prosperó.

Tienen antecedentes

En la segunda audiencia del debate se citaron otros antecedentes que pesan sobre los imputados. De Mattos, por ejemplo, tiene una causa de 2010 por privación ilegítima de la libertad y lesiones, la cual fue elevada a juicio pero no tuvo resolución.

La víctima de aquel hecho fue Juan Rodríguez (entonces de 62), quien denunció que fue brutalmente agredido por policías Villa Bonita y apuntó especialmente a De Mattos.

El hecho ocurrió seis meses antes del homicidio de Wasyluk. En su denuncia, Rodríguez detalló: “Llegaron de noche, estaba acostado y los policías me despertaron a los golpes, me sacaron de la casa de los pelos, me subieron en la camioneta y yo no entendía nada”.

Aseguró que salieron de la propiedad y se detuvieron en una picada, donde lo bajaron del móvil para “golpearme sin parar y me preguntaban por fulano de tal, pero yo no sabía nada”.

Estuvo detenido en la Comisaría de Villa Bonita, donde también fue golpeado y amenazado.

Basaraba y Lentini, en tanto, están imputados en la causa por la desaparición de un kilo de cocaína del depósito de la Unidad Regional II de Oberá, motivo por el cual la Jefatura de Policía ordenó la disponibilidad de ambos.

Otro de los implicados con causa paralela es Espíndola, acusado de vejaciones y apremios ilegales en actos de servicio, aún sin resolución del TP Uno de Oberá. 

La paradoja del caso es que en el mismo expediente (le rompieron el brazo a un detenido) está imputado el comisario Gustavo Ariel Sánchez, actual jefe del Comando Radioeléctrico Oberá y a cargo de la seguridad del juicio por el homicidio de Wasyluk.


Reproches entre imputados

Hasta el momento sólo dos de los trece policías imputados por el homicidio de Hugo Miguel Wasyluk decidieron hablar ante el Tribunal.

El comisario mayor retirado Miguel Ángel Espíndola, quien era jefe de la Seccional Primera al momento del hecho, cuestionó el accionar de la patrulla de Villa Bonita que detuvo a la víctima y del médico policial lo revisó.

“En Villa Bonita se les fue la mano y me confié en el certificado médico”, argumentó.

También hizo hincapié en la responsabilidad de Marcelo Chimiski, quien era jefe de la Comisaría de Villa Bonita, superior y responsable de la comisión que detuvo y golpeó a Wasyluk.

“La gran pregunta es por qué no está Chimiski acá”, remarcó, al tiempo que explicó que el citado no sólo era el instructor de la causa, sino que el 26 de abril (con Wasyluk alojado en la Seccional Primera) actuó como jefe de turno de la Unidad Regional II. “Estuvo a cinco metros y no fue a ver a su detenido”, agregó.

Precisamente, desde un primer momento resultó llamativo que Chismiski, actual jefe de la UR XI de Aristóbulo del Valle, no haya sido imputado.

También declaró la oficial Roxana Andrea Harasimezuk, oficial de servicio la noche en que Wasyluk fue ingresado a la Seccional Primera.

Al respecto, si bien durante la instrucción varios de los imputados instalaron la idea de que la víctima era una persona violenta, tanto Espíndola como Harasimezuk plantearon otra realidad.

“Conmigo no estuvo agresivo”, aseguró el comisario mayor retirado, mientras que la mujer policía indicó: “Conmigo nunca fue agresivo. Nunca tuve problemas”.


En cifras

La causa tiene un total de 13 policías imputados bajo diversos grados de responsabilidad. Tres de ellos son pasibles de ser condenados a prisión perpetua.

Fuente: Daniel Villamea