Contrabando y crimen, dos palabras que en la localidad de Bernardo de Irigoyen tienen un significado pragmático: se ejecutan. Esa región de frontera seca con Brasil sumó anoche el segundo asesinato en apenas dos meses y si nos movemos un poquito más en el tiempo, es el cuarto de características parecidas en menos de un año.
Como inicio de la seguidilla recordemos el homicidio a balazos del abogado entrerriano Juan María López (50), cometido en mayo del año pasado, en manos de dos sicarios en moto.
Bajo idéntica modalidad, en noviembre de ese mismo año ejecutaron a tiros al comerciante Rafael Antúnez de Olivera (45), mientras esperaba la luz verde del semáforo al mando de su camioneta y acompañado de su hijo de 13 años, testigo directo de la balacera que fulminó a su padre.
Tres meses después, en febrero de este año, Ariel Camargo de Lara (19) fue asesinado de un disparo en la cabeza, después enterrado en un paraje de las afueras de la localidad y en las últimas horas, Diego Pimentel (31) fue acribillado por Adilson Zang (33), quien está bajo sospecha de haber tenido que ver con la reciente desaparición Maximiliano Pimentel (24) -primo de Diego- de quien nada se sabe desde hace casi una semana.
En el sangriento entramado que actualmente tiene a dos familias sumidas entre el luto y la incertidumbre, debiendo sepultar a uno esperando encontrar con vida al otro, nuevamente aparecen como pieza clave los negocios reñidos con la legalidad: el contrabando.
Desaparición, pedido de explicación y muerte
Las fuentes investigativas entienden que la desaparición de Maximiliano Pimentel tendría directa relación con el contrabando de vinos argentinos hacia Brasil.
Entre otros detalles, en medio de la desesperada búsqueda su familia declaró ante las autoridades que la última vez que el joven dio señales de vida habría estado acompañado de su supuesto patrón, Adilson Zang, aparentemente cruzando dicha mercadería de manera ilegal hacia el vecino país. Pero jamás regresó, contrario a su empleador que continuó su vida sin sobresaltos.
Es por eso que, al no saber nada de Maximiliano y observar que Adilson continuaba con tranquilidad en el pueblo, Diego (primo de Maxi) y su tío Antonio (papá de Maxi) decidieron buscar respuestas en la casa de quien creen, con mucha certeza, sabe qué pasó con el joven: si está vivo o muerto.
Lo enfrentaron anoche en el barrio Obrero y lo que comenzó con un pedido de explicación terminó con una balacera: Diego recibió varios impactos y murió sentado en el habitáculo de su camioneta, Antonio corrió de la escena en un descuido del asesino y puso a salvo su vida, en tanto que Adilson se entregó a la Policía pero afirmó que mató en defensa propia.
Balacera registrada
La violenta secuencia, desde que llegaron los Pimentel a la casa de Zang hasta que ocurrió la balacera mortal, duró poco más de 8 minutos y fue registrada íntegramente por una cámara de seguridad de la propiedad.
El reloj marcaba las 19.11 cuando la Toyota Hilux blanca manejada por Diego Pimentel frenó frente a lo de Zang, quien salió de su casa con las manos en los bolsillos del pantalón, se acercó al portón y comenzaron a hablar. Segundos después Zang regresó hacia su vivienda y desde la galería siguió intercambiando palabras con el primo del desaparecido.
En esa secuencia Diego Pimentel se bajó de la camioneta y enfrentó a Zang, quien se acercó nuevamente al portón y al parecer escuchó en silencio la furia descargada por quien buscaba al primo.
Una pistola en la mano
En el video queda explicitado que Pimentel tenía lo que parecería ser un arma de fuego y en un momento dado hasta apuntó a Zang en la cabeza, incluso llegó a golpearlo con el cañón, manteniendo siempre el dueño de casa las manos en los bolsillos.
No solamente habría buscado explicaciones relacionadas con la desaparición de su primo, sino que a decir de Zang, lo amenazó de muerte si su familiar no aparecía. Esto sucedió con Antonio en la camioneta.
La secuencia muestra que instantes después Pimentel cerró con fuerzas el portón, continuó diciendo cosas y gesticulando desde la vereda, mientras que Zang se acomodó de costado al visitante, protegido por un muro y empuñó la pistola que llevaba en la cintura, debajo de su campera.
Esperó el momento y sin decir una palabra, ni bien Pimentel se dio vuelta para caminar hacia la camioneta, comenzó a disparar una y otra vez. Ya eran las 19.16 de la tarde.
Zang se refugió detrás del cemento y ejecutó varios disparos a través del portón de rejas, que fueron respondidos de inmediato por Pimentel. Del lado del acompañante Antonio (papá de Maximiliano) alcanzó a salir de la camioneta y correr en dirección de donde habían llegado siendo apuntado por Zang, que al parecer no llegó a disparar.
Con Pimentel muerto en la camioneta y Antonio corriendo del área, Zang decidió sacar a su familia de la casa y ni bien el portón se abrió, salieron todos de la propiedad en un coche que estaba estacionado en el patio.
Intervención policial
Los patrulleros policiales llegaron poco más de diez minutos después y llamativamente, sin las precauciones necesarias para evitar contaminar la escena del crimen, incluso antes de preservar el área, revisaron la camioneta, tanto el habitáculo como los asientos traseros.
En ese contexto se entregó Zang. Salió de su casa y contó su versión de los hechos, asegurando que actuó en defensa propia. Fue inmediatamente detenido y por estas horas permanece en la dependencia policial a la espera de ser citado a indagatoria por el titular del Juzgado de Instrucción Uno de San Pedro, Ariel Belda Palomar.
No hay dudas de que mató a balazos a Diego Pimentel porque quedó filmado haciéndolo, las circunstancias están siendo investigadas, pero la incertidumbre ahora vuelve a girar en torno a la desaparición de Maximiliano cuya familia está segura que Zang sabe algo pero se niega a hablar.
En la casa del detenido la Policía secuestró una pistola Taurus 9mm. y dos cargadores con 16 proyectiles, 83 municiones de 9mm. y 50 de calibre 38.
La frontera parece tierra de nadie.
Fuente: territoriodigital