Ataque suicida fue el discurso que dio este martes Cristina Kirchner, anunciado este lunes. Ella había pedido intervenir en las audiencias que se están siguiendo en el juicio oral por la obra pública de Santa Cruz para refutar o reprochar problemas procesales que había identificado en la presentación del fiscal Luciani, es decir, cuestiones técnicas. Sin embargo, este martes nos sorprendió con un discurso, en alguna medida, insólito.
¿Por qué digo solo en alguna medida? Porque Cristina Kirchner ve todo lo que está pasando alrededor del tema de la obra pública en términos políticosy este martes hizo una especie de paradójica presentación presidencial, como si fuera un lanzamiento de campaña envuelta en argumentos políticos dirigidos a refutar las acusaciones que se le están haciendo. El problema es la naturaleza de estos argumentos.
Borges tenía una frase muy divertida que era: “Con esa lógica peculiar que da el odio…”. Bueno, con esa lógica peculiar que da el odio, Cristina Kirchner desarrolló una serie de argumentos autoincriminatorios, por eso decimos “ataque suicida”.
Primero, pidió que se investigue a Néstor Kirchner por haber aprobado la fusión entre Multicanal y Cablevisión, es decir, a su propio esposo. Segundo, tomó a José López, el secretario de Obra Pública, que, como ella recordó, revoleaba bolsos llenos de dólares en un convento de General Rodríguez, para usarlo como arma arrojadiza en contra de Mauricio Macri, leyendo los mensajes -muy amigables, muy familiares- entre José López y un constructor, un actor importante de la obra pública, que es Nicolás Caputo, muy amigo de Macri. Pero acá hay que hacer una observación. Tal vez examigo de Macri, porque las relaciones entre Macri y Caputo no pasan desde hace mucho tiempo por su mejor momento.
Aun así, Cristina Kirchner usa el argumento de la relación de José López con Caputo para querer indicar la corrupción de Caputo pero está hablando de la corrupción de José López como si no hubiera sido su propio secretario de Obras Públicas, el de su esposo y no solamente en los gobiernos nacionales, sino también en el gobierno de la provincia y en el gobierno municipal en Río Gallegos.
Es decir, al hombre de la obra pública del kirchnerismo ella misma lo acusa como corrupto con tal de poder agredir a Caputo y por elevación a Macri. Los fiscales ¿qué contestan? “Sí, todo eso fue denunciado pero no es parte de la causa que estamos investigando que es obra pública en Santa Cruz, no en la Capital Federal, pero igual hicimos la denuncia”.
Pero lo más interesante de todo es que en determinado momento -que pasó casi inadvertido- en la relación de Caputo y López aparece todo el tiempo el problema de cómo van a hablar. “¿Tenés un fijo para que hable? ¿Podemos vernos?” No quieren hablar por teléfono, y dice: “¿Por qué no quieren hablar por teléfono?, ¿quién los puede espiar?”. Y dice la propia Cristina Kirchner: “Obviamente la AFI”. Pero esas comunicaciones son del 2014, son de su AFI, es decir, que está admitiendo que su aparato de inteligencia hacía escuchas ilegales sobre empresarios ligados a la oposición o sobre sus propios funcionarios.
Todo esto parece un enorme disparate si no fuera porque no está pensado para derribar argumentos del fiscal, no está pensado para convencer a aquellos que están decepcionados porque descubren que hubo una enorme fiesta de corrupción durante el kirchnerismo y pueden dejar de votarla por eso. Está pensado para dar argumentos a su propia feligresía, a su propia base, que es una base que cuanto más se la agrede, más radicalizada, más recalcitrante -se podría decir en algunos sectores- hasta más fanatizada. Esto la releva de tener que tener demasiada coherencia, porque, como dice Santiago Kovadloff, para mucha gente que la sigue a ciegas, Cristina Kirchner no tiene razón, Cristina Kirchner es la razón.
Fuente: Carlos Pagni TN