Santa Rita de Casia, bautizada con el nombre de Margherita Lotti, es una de las santas más populares de la Iglesia Católica.
Su nombre es probablemente una abreviación de Margherita. Nació en la aldea de Rocca-Porena, cinco kilómetros al oeste del pueblo de Cascia (provincia de Perugia, región de Umbría) en 1381 y falleció el 22 de mayo de 1457.
Rita nació de padres mayores. En 1428, una madrugada, recibió de manos de Cristo una larga astilla de madera clavada en el hueso de la frente. Se trataba de un estigma divino: la marca de la corona de espinas que Jesucristo había exhibido en la cruz.
Le extrajeron la astilla y la guardaron como reliquia sagrada. Pero cada madrugada el estigma se le volvía a abrir por sí mismo, hasta que empezó a expeler un fuerte olor inmundo, que se mantuvo milagrosamente el resto de su vida.
Ella oraba: “Oh, amado Jesús, aumenta mi fe y paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos”.
En 1453 cayó en cama gravemente enferma. Desde ese momento, estando siempre atendida por novicias, la herida de su frente gradualmente se cerró, pero Rita pasó los últimos cuatro años de su vida con infecciones en la sangre.
Uno de los símbolos de Santa Rita es la rosa. ¿Por qué? En su vejez, ella misma contaba que su marido le prohibía dar de comer a los pobres. Un día en que estaba saliendo de su casa con un pan bajo su ropa, él la confrontó y le quitó el vestido: pero el pan se había convertido milagrosamente en rosas.
Al final de su vida la visitó su prima, quien le preguntó si quería algo y Rita le pidió que le llevara una rosa del jardín del convento. En pleno invierno, la prima creyó que no encontraría nada, pero halló un pimpollo de rosa. Se lo llevó y esa rosa representaría el amor de Cristo hacia Rita y la capacidad de Rita de interceder por las causas imposibles.