Corrientes: Veterinarios y voluntarios trabajan con los animales lesionados por el fuego

1 marzo, 2022

La mayoría no volverá a su hábitat y deben ser curados y relocalizados

En el Centro de Conservación Aguará, cerca de la ciudad de Corrientes, veterinarios, biólogos y un ejército de voluntarios dedican día y noche a recuperar decenas de animales que les derivan con graves quemaduras, deshidratados o con heridas que sufren en su desesperada fuga de los incendios que convirtieron en ceniza más del 10 % de la provincia.

Algunos volverán muy pronto a deambular por los campos y montes correntinos, pero los menos, aquellos que quedan con secuelas permanentes y ya no tienen posibilidades de conseguir su alimento o defenderse de los peligros que representa la vida salvaje, terminarán sus días en enormes jaulas, con cuidados especiales, pero lejos de esa extensa llanura, sólo interrumpida por montes y esteros casi secos.

Un promedio de diez animales ingresa al Centro Aguará todos los días. Llegan desde diferentes puntos de la provincia derivados por los municipios, rescatistas, bomberos o la misma Policía. Carpinchos, comadrejas, ciervos, tortugas, cuises, aguarás popés, venados, diferentes aves, monos y otras especies encuentran alivio a sus heridas en ese lugar. Veterinarios y biólogos buscan que la interacción con los animales sea la menor posible para que no pierdan el temor a los humanos, quizás su peor enemigo.

En Corrientes nadie se anima a calcular la cantidad de animales que no lograron escapar de las llamas en los dos últimos meses. Quizás porque prefieren volcar el esfuerzo en la atención de los lastimados y sofocar las llamas para que el estrago no sea aún mayor.

Catalina Mancedo, la responsable de educación ambiental y difusión del Centro Aguará, contó: “Teníamos en promedio el ingreso de unos ocho animales por semana, en su mayoría atropellados por vehículos. Eso empezó a cambiar en septiembre pasado porque la sequía se hizo más evidente y los animales comenzaron a desplazarse en busca de cuerpos de agua para poder sobrevivir”.

La situación cambió totalmente en los dos últimos meses, cuando los incendios quedaron fuera de control y por día arrasaban un promedio de 25.000 hectáreas de campos, forestaciones y esteros. “De repente nos vimos desbordados porque empezaron a llegar en promedio ocho o diez animales. Y si no empieza a llover, cada vez va a ser peor porque los animales empiezan a emigrar, a buscar lugares donde cuenten con agua. Entonces aumentan los atropellamientos o el ataque de los perros cuando se acercan a las casas”, explicó.

En las últimas semanas, atendieron a muchos carpinchos con las patas y los hocicos quemados, algunos en muy mal estado, pero también tuvieron ciervos de los pantanos con lesiones por fuego y chocados. Y tres ositos meleros que todavía están bajo cuidado veterinario.

“Acá buscamos que los animales mantengan el miedo al hombre, que no pierdan la capacidad de reconocer a sus depredadores naturales, que sepan conseguir su alimento más allá de que circunstancialmente están en cautiverio. Porque el objetivo principal es que vuelvan lo antes posible a su hábitat”, sostiene Sara Arbuello, estudiante de biología y voluntaria de Aguará.

“Los animales suelen llegar muy estresados. Eso obliga muchas veces a dejarlos en un recinto para que se tranquilicen y recién después iniciar el proceso de cura de las heridas”, explicó.