Para entender la importancia de que haya habido un debate anoche –gran logro de A dos Voces- con candidatos que no se escucharon y hasta se chicanearon, pero al menos pudieron compartir dos horas un mismo estudio e incluso, por momentos, mirarse a los ojos, es bueno recordar el clima de época que se vive no solo en la Argentina sino en buena parte del mundo.
Amos Oz, escritor israelí fallecido hace unos años, decía que el gran problema de nuestra época es una paradoja: la gente, frente a problemas complejos, busca soluciones simples. “¿Quién es el enemigo? ¿Dónde está el bien y dónde el mal?”. La creencia –explica Oz- es que, ubicando dónde está el “enemigo” y suprimiéndolo, encontraremos la paz y la prosperidad.
¿Y la ganadora quién fue? La confirmación de sesgo. Ganó el que a cada televidente en su casa ya le gustaba desde antes.
Esa simplificación podrá ser inexacta e ingenua, pero es efectiva para aglutinar y convencer a la población. Repetimos: en este contexto planetario de no escucha y de cancelación del otro, cuatro políticos argentinos que difieren en casi todo pudieron compartir un espacio, un tiempo y unas reglas (que costó que algunos cumplieran). Y la audiencia acompañó: el debate tuvo picos de más de ocho puntos.
¿Y la ganadora quién fue? La confirmación de sesgo. Ganó el que a cada televidente en su casa ya le gustaba desde antes. ¿Cuál es el material más duro del mundo? La ideología. Es difícil que alguien cambie el voto. Pero sin embargo no todos los candidatos salieron igual que como entraron. Veamos:
Largó muy fuerte porque mientras los otros hacían una presentación personal, ella en su primera intervención le pidió al presidente que haga renunciar a Aníbal Fernández. Su mejor momento fue cuando hizo una suerte de “juego de las diferencias” entre la Ciudad y el gobierno nacional en la estrategia sanitaria. “A nuestro ministro de salud, Quirós, lo premió la Academia Nacional de Medicina. Al ministro de salud de la nación… le pidieron la renuncia por el vacunatorio VIP”. Y así varios items.
Pidió fuertemente recuperar la quita de la coparticipación que hizo Alberto Fernández a la ciudad. Apeló a diferenciar el “decir” del “hacer”. “Nosotros peleamos en serio contra el narco. Y eché policías prontuariados y pedí las declaraciones juradas de los comisarios y fuimos contra los barones del conurbano. Yo no lo digo, lo hago”.
Luego le retrucó a Santoro sus cuestionamientos en educación de la Ciudad. En síntesis, ¿cómo le fue? Sin descollar, tuvo una buena noche y se va conforme. Es improbable que haya perdido votos. Y con el resultado de las PASO, no perder es ganar.
Era, quizás, el que la tenía más difícil.
Empezó buscando el voto del centro al decir que él cree en el diálogo político y que no cree en aquellos que dicen que se la saben todas. Pero pronto giró hacia un discurso duro y clásico K: FMI, deuda y “fugadores”. También acusó a Macri de espiar a dirigentes de su propio espacio y a familiares del ARA San Juan. ¿Sumó votos nuevos? Difícil. Pero la pregunta es: ¿perdió algunos votos por izquierda con Bregman? En su bunker, alguno estaba preocupado por esa posibilidad.
:bien les apuntó a todos, a Santoro y a Vidal, sus ataques más fuertes se dirigieron a Javier Milei. Le dijo así: “Milei nos llama “zurdos de mierda” como nos decían en la dictadura. Habla de casta política y apoya a Vox (de España, que apoya la monarquía) y fue asesor de Antonio Bussi. Milei es empleado del poder económico y nadie se quiere meter en serio con ese poder”.
Tanta fue la tensión entre Bregman y Milei que incluso al final del programa la candidata de izquierda le esquivó el saludo protocolar. ¿Cómo le fue? Para su público, tuvo una gran noche.
Largó bien en su presentación, intentando convertir una debilidad en fortaleza: “Grito mucho porque estoy cansado de la casta política. Dicen que soy peligroso. Sí, soy peligroso porque conmigo se acaban los privilegios de los políticos”. Fue mucho más nítido en su materia, la economía, donde expuso sin titubear su punto de vista conocido. Pero Bregman y Santoro lograron hacerlo trastabillar y perder aplomo. Santoro lo obligó a confirmar que él –Milei- niega el cambio climático. Y que no se vacunó, quedando frente a la audiencia como un antivacunas.
¿Puede perder votos Milei por el debate? De su público fiel, ninguno. Pero difícilmente sume más. A diferencia de cuando va a programas de televisión y hace su despliegue en solitario, en el debate pareció tener dificultades para exponer y argumentar frente a otros políticos. ¿Foto que adelanta si entra al Congreso? No es tan fácil doblegar dialécticamente a “la casta”. Quizás haya sido el candidato al que menos le sumó el debate.
Fuente: TN