Bolsonaro metió un millón de personas en Río y atacó a Lula: «la izquierda debe ser extirpada de la vida pública»

8 septiembre, 2022

Encabezó un acto en Copacabana por los 200 años de la Independencia de Brasil, que tuvo como motor a los evangelistas. Evitó atacar a la Corte Suprema pero anticipó su narrativa contra Lula.

Bolsonaro concretó una importante demostración de fuerza a tres semanas de las elecciones presidenciales de Brasil. Encabezó un acto impactante en la icónica playa de Copacabana en Río de Janeiro, con la excusa de celebrar los 200 años de la Independencia. La multitud que se extendió por varias cuadras de una desbordada Avenida Atlántica, habría reunido alrededor de un millón de seguidores según los primeros cálculos. 

En el acto se sintió la capacidad de movilización de los evangelistas, aliados de Bolsonaro. A diferencia del año pasado, esta vez Bolsonaro no atacó directamente a los jueces de la Corte Suprema de Justicia con los que viene cruzando declaraciones hace alguna semanas, en lugar de eso prefirió iniciar una encendida narrativa contra Lula y el Partido de los Trabajadores (PT). 

Bolsonaro dijo «no soy muy educado, lo juro, pero no soy un ladrón» y agregó que «la izquierda debe ser extirpada de la vida pública». «Si pierdes la libertad, lo has perdido todo en la vida. Comparen Brasil con los países de América del Sur, comparen con Venezuela, comparen con lo que está pasando en Argentina y comparen con Nicaragua. Todos los exjefes de estado de estas naciones son amigos del pandillero de los nueve dedos que se presenta a las elecciones en Brasil», agregó en referencia a Lula. 

En su única crítica al máximo tribunal, Bolsonaro ironizó «todo el mundo sabe cómo funciona la Corte Suprema», aunque evitó profundizar las críticas a los jueces, sobre todo contra el titular del Tribunal Electoral, Alexander de Moraes, a quien a hace dos días calificó de «vagabundo».

Lilian Sendretti, doctora en Ciencia Política por la Universidad de San Pablo y consultora del Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (Cebrap), dijo a LPO que «Bolsonaro buscó utilizar políticamente una ceremonia de Estado, en un acto típico de líder populista. Sobre todo, usó la fecha para su campaña electoral tanto para animar a su núcleo electoral como para demostrar fuerza, capacidad de movilización y apoyo en las calles mientras se ubica abajo en todas las encuestas». 

Sendretti planteó que «es importante decir que el modo de operar del bolsonarismo de que llegó al poder en 2018/2019 es a través de manifestaciones públicas convocadas por el Presidente y su militancia contra los Poderes de la República. En 2019 fue contra Rodrigo Maia, titular de la Cámara de Diputados, y había comenzado una campaña contra la Corte Suprema. Esa tónica se profundizó el 7 de septiembre el año pasado con las tensiones con la Corte aunque después se desdijo». 

La politóloga agregó «estamos viendo toda la maquinaria del Estado dedicada la campaña electoral, pero en el discurso de este miércoles Bolsonaro decidió no atacar directamente a las instituciones democráticas y puso más énfasis en la narrativa contra Lula que es lo que veremos durante toda la campaña, basado en las acusaciones de ladrón a Lula y denostar a la izquierda».

Sendretti consideró que «Bolsonaro bajó el tono golpista porque necesita la validación de su retórica que si pierde será por el fraude de las urnas electrónicas. Probablemente esta retórica golpista aumente de cara al balotaje».

La politóloga agregó «estamos viendo toda la maquinaria del Estado dedicada la campaña electoral, pero en el discurso de este miércoles Bolsonaro decidió no atacar directamente a las instituciones democráticas y puso más énfasis en la narrativa contra Lula que es lo que veremos durante toda la campaña, basado en las acusaciones de ladrón a Lula y denostar a la izquierda».

Sendretti consideró que «Bolsonaro bajó el tono golpista porque necesita la validación de su retórica que si pierde será por el fraude de las urnas electrónicas. Probablemente esta retórica golpista aumente de cara al balotaje».

La politóloga agregó «estamos viendo toda la maquinaria del Estado dedicada la campaña electoral, pero en el discurso de este miércoles Bolsonaro decidió no atacar directamente a las instituciones democráticas y puso más énfasis en la narrativa contra Lula que es lo que veremos durante toda la campaña, basado en las acusaciones de ladrón a Lula y denostar a la izquierda».

Sendretti consideró que «Bolsonaro bajó el tono golpista porque necesita la validación de su retórica que si pierde será por el fraude de las urnas electrónicas. Probablemente esta retórica golpista aumente de cara al balotaje».

La politóloga agregó «estamos viendo toda la maquinaria del Estado dedicada la campaña electoral, pero en el discurso de este miércoles Bolsonaro decidió no atacar directamente a las instituciones democráticas y puso más énfasis en la narrativa contra Lula que es lo que veremos durante toda la campaña, basado en las acusaciones de ladrón a Lula y denostar a la izquierda».

Sendretti consideró que «Bolsonaro bajó el tono golpista porque necesita la validación de su retórica que si pierde será por el fraude de las urnas electrónicas. Probablemente esta retórica golpista aumente de cara al balotaje».

Fuentes que estuvieron en Copacabana consultadas por LPO aseguraron que la impactante movilización de este miércoles «electoralmente no suma nada pero muestra que hay un tercio de Brasil que no cree en las instituciones y eso seguirá existiendo luego de las elecciones y con otro gobierno. Además, demostraron que pueden movilizar masivamente para no reconocer los resultados si pierden la elección».

En esa línea, Sendretti opinó que «la cantidad de gente en la calle será utilizada en la campaña pero es improbable que esto cambie un proceso electoral que estará muy basado en el nivel de rechazo de los candidatos y Bolsonaro está primero en eso». «Los que no están ni con Bolsonaro ni con Lula no quieren una radicalización, entonces, creo que este acto solo le sirvió a Bolsonaro como una inyección para su base social».

En su discurso, Bolsonaro afirmó que su gobierno lleva tres años y medio libre de corrupción, omitiendo causas abiertas por presunta la compra irregular de vacunas o la transferencia de fondos del Estado a Iglesias Evangélicas y aliados del gobierno que forzaron la salida del ex-ministro de Educación Milton Ribeiro.  

Bolsonaro decidió incluso mostrarse con figuras involucradas en investigaciones judiciales delicadas como su ex asesor Fabrício Queiroz, acusado de ser el operador financiero del esquema del «rachadiñas» en la ex oficina del senador Flávio Bolsonaro en la Asamblea Legislativa de Río desde donde se desviaban fondos. Queiroz también está vinculado con las personas acusadas de asesinar a Marielle Franco.

Otra figura fue Luciano Hang, Ceo de Havan y uno de los integrantes del grupo de empresarios que apoyó la idea de concretar un golpe de Estado si Lula es electo presidente. El domicilio de Hang y otros empresarios  fue allanado por la Policía Federal hace dos semanas. Completaron el palco el gobernador carioca Cláudio Castro, el pastor Silas Malasfaia y el general de reserva Walter Braga Netto, candidato a vicepresidente y ex ministro de la Casa Civil.

Según pudo saber LPO, la logística para movilizar, tanto en Río como en Brasilia y San Pablo, fue garantizada por Malasia y otros pastores evangélicos aliados de Bolsonaro.

Antes del acto en Río, Bolsonaro compartió un desayuno en Brasilia con integrantes de su Gabinete, parlamentarios, el pastor Malasfaia y los empresarios investigados por planear un golpe de estado si Lula ganas las elecciones.  En ese encuentro, Bolsonaro dijo que «la historia se puede repetir» en relación al golpe de Estado de 1964 y en alusión a la elección del 2 de octubre aseguró que «está en juego nuestra libertad».

Los partidos opositores, incluido el Partido de los Trabajadores, presentarán una denuncia en la Corte Suprema por el uso ilegal de un acto público para fines electorales.