Antes de irse, Batakis firmó una deuda con China por US$5.000 millones. Dos centrales serán financiadas por tres bancos de ese país y se levantarían en Santa Cruz.

3 agosto, 2022

La titular del Palacio de Hacienda realizó un viaje relámpago a Río Gallegos para firmar junto a la gobernadora Alicia Kirchner nuevas cláusulas contractuales que permitirán realizar dos obras públicas que son consideradas claves para Beijing.

En su último acto como ministra de Economía, Silvina Batakis viajó por escasas horas a Santa Cruz para firmar una adenda con la gobernadora Alicia Kirchner que destrabó la demorada construcción de las centrales hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic a un costo de cinco mil millones de dólares que será financiado por tres bancos de China.


Es decir: con las reservas del Banco Central en extrema debilidad, y a pocas horas de un nuevo plan económico destinado a obtener divisas frescas para la producción, Batakis cierra su actuación en el Palacio de Hacienda consolidando una deuda con China por un monto de al menos 5.000 millones de dólares.


Batakis voló a Río Gallegos por instrucción de Alberto Fernández, que en su viaje oficial a Beijing prometió al líder comunista Xi Jinping que haría lo necesario para construir las dos centrales hidroeléctricas.


Joseph Biden considera que China es el principal enemigo global de los Estados Unidos y dispuso que el Pentágono, el Departamento del Tesoro, la CIA y la Secretaria del Tesoro articularán una estrategia global para asfixiar la expansión mundial de Beijing que Xi ejecuta desde su despacho en el edificio Zhongnanhai.


Japón tambien considera que China es una amenaza para su seguridad territorial, y los países del G7 -Alemania, Francia y Reino Unido, por citar algunos ejemplos- comparten la preocupación geopolítica de Washington y Tokio.


A la misma hora que Batakis sonreía junto a la gobernadora Kirchner, la tensión entre Estados Unidos y China alcanzaba niveles inéditos por la decisión de Nancy Pelosi -titular de la Cámara de Representantes- de visitar Taiwan, una nación que tiene un fuerte enfrentamiento histórico por su soberanía con Beijing.


En este contexto, el viaje de Batakis a Río Gallegos -avalado por Alberto Fernández- complicará las gestiones de Sergio Massa frente al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París. Argentina se endeuda con China por más de 5.000 millones de dólares, y después pretende que el Fondo cumpla con sus desembolsos y el Club de París acepte una nueva refinanciación de una deuda cercana a los 2.500 millones de dólares.


Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido son los principales accionistas del FMI y el Club de París, y al momento de evaluar los argumentos de Massa -que llegará como sucesor de Batakis- tendrá en cuenta que su antecesora firmó las enmiendas que permitirán a China construir dos centrales hidroeléctricas en el área de influencia de la Casa Blanca.


Argentina se asoció con China Development Bank, Industrial and Commercial Bank of China Limited y Bank of China Limited, que aportaron 4.714 millones de dólares a través de un contrato que se firmó en agosto de 2014 y se enmendó en enero de 2015.


Ese acuerdo sucedió en épocas de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, y ella decidió que las centrales se llamaran Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Las obras civiles están en manos de Hidrocuyo Sociedad Anónima y Electroingeniería -una compañía cercana a la familia Kirchner-, mientras que China Gezhouba Group Company Limited, aportaba su propia tecnología hidroeléctrica.


Mauricio Macri dispuso en octubre de 2017 que las centrales regresaran a sus nombres originales -Cóndor Cliff y La Barrancosa, y juró a Xi que se iban a cumplir los contratos en tiempo y forma. Pero la crisis económica del 2018, sumado a sucesivos deslizamientos de tierras que causaron una profunda grieta en la central La Barrancosa (antes Néstor Kirchner), atrasaron la obra inevitablemente.


Macri terminó su mandato sin cumplir con su palabra, y Alberto Fernández tomó la posta. Y lo primero que hizo fue recuperar los nombres de Néstor Kirchner y Jorge Cepernic para las represas ubicadas en Santa Cruz. Después estalló la pandemia del COVID-19, y a continuación una crisis económica agravada por la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania.


Martín Guzmán y Gustavo Beliz entienden de geopolítica y siempre explicaron al Presidente que tenía poco sentido comprometerse con dos obras chinas que implicaban un costo altísimo en la relación del gobierno con Estados Unidos.


El ministro de Economía y el secretario de Asuntos Estratégicos mantenían a raya el lobby sistemático de Beijing y protagonizaban un enfrentamiento constante con el Instituto Patria, que en la ocasión era representado por el senador Oscar Parrilli.


Pero las renuncias sucesivas de Guzmán y Beliz permitieron que Batakis -en su último día de gestión- viajara a Río Gallegos para firmar una enmienda que permitirá construir las dos centrales hidroeléctricas. La ministra de Economía, que hoy será reemplazada por Massa, puso la firma en un contrato que está bajo investigación penal de la justicia federal.


Ese contrato, con sus nuevas enmiendas, pasó de 4.700 millones de dólares a un poco más 5.000 millones de dólares. Esos 300 millones de dólares se utilizarían para evitar que un nuevo deslizamiento de tierra afecte -otra vez- a las represas chinas.


“Hoy, recibí a la ministra de Economía de la Nación,@sbatakis, para avanzar en el contrato central que permitirá finalizar las obras de las Represas Patagonia. Gracias al gobierno nacional y a todas las partes involucradas que están aportando sus esfuerzos para apoyar este proyecto tan importante para la provincia”, posteó Alicia Kirchner en su cuenta oficial de Twitter.


Y remató, la gobernadora peronista: “Esto nos permite continuar con el desarrollo de futuros proyectos de generación de energías renovables. Como siempre digo, es la energía la que nos va a permitir crecer en Santa Cruz y convertirnos en una provincia sustentable”.


Batakis, cuando ya estaba en Buenos Aires, retuiteó el posteó de Alicia Kirchner.


El viaje de la ministra a Santa Cruz, la firma de la enmienda -que suma al monto original más de 300 millones de dólares- y la oportunidad estratégica que se le concede a China demuestra que el Gobierno no tiene una hoja de ruta que contemple en simultáneo su agenda doméstica y las distintos hechos geopolíticos que suceden en el mundo.


Alberto Fernández aún espera que en la Casa Blanca confirmen la fecha de su visita oficial a Washington, y es muy probable que esa gira acotada se postergue en el tiempo por las decisiones que avala el presidente en contra de los intereses globales de Estados Unidos.


Biden no encontrará estratégico para su propia agenda doméstica y mundial recibir a un jefe de Estado que habilita la construcción de dos centrales hidroeléctricas chinas en su histórica área de influencia. En DC todavía recuerdan los elogios de Alberto Fernández a Xi y al partido comunista de China cuando se encontraron a principios de febrero en Beijing.


A Massa también le pegarán las esquirlas del viaje inesperado que Batakis hizo a Rio Gallegos por orden presidencial. El designado ministro de Economía podrá alegar que todavía no estaba en funciones, pero integra un gabinete nacional que preside Alberto Fernández.


A fines de agosto, Massa viaja a Estados Unidos y Francia con el objetivo de explicar su programa económico. Su posición política sobre China será la pregunta cantada en el FMI, la Secretaria del Tesoro y el Club de París.