El reencuentro no cambió nada. Cada uno dejó en claro que no habrá modificaciones. Solo en el final, todos respiraron aliviados. Es que, si bien nadie habló de una nueva etapa en la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la evaluación fue que por lo menos no se profundizó la crisis interna.
“Sigue todo igual”, sentenció uno de los hombres de confianza del Presidente.
En la Casa Rosada lerestaron dramatismo a la referencia de la vicepresidenta sobre “la lapicera”, una metáfora que ya había utilizado en sus cartas. Pero, al mismo tiempo, hubo malestar por los nuevos cuestionamientos para el equipo económico.
Atrás quedaron 95 días sin verse. Cada uno, según describieron desde las dos trincheras, mantuvo su posición. La expresidenta reclamó cambios en la gestión económica, sobre todo a la hora de negociar con los empresarios. Y el Presidente, sin embargo, defendió su administración y el método de acción que despliegan los ministros Martín Guzmán (Economía) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo).
Las nuevas críticas contra la gestión económica despertaron enojo en el Palacio de Hacienda. Como sucedió después de la última presentación de Cristina Kirchner, en Chaco, donde lanzó cuestionamientos más duros, Kulfas contestó los comentarios que recibió el área a su cargo.
“No tenemos amigos en el sector empresario. El Gobierno se sienta a discutir”, dijo Kulfas, en diálogo con AM 750. Y agregó: “La lapicera la tiene el Presidente”.
Sobre este tema, fuentes oficiales remarcaron que la responsabilidad por la falta de avances era de funcionarios que responden a Cristina Kirchner. “Los que no usaron la lapicera como corresponde fueron sus funcionarios de Ieasa”, resaltaron fuentes oficiales.
Se trata de la ex Enarsa, que fue rebautizada como Integración Energética Argentina Sociedad Anónima, una de las empresas estratégicas en materia energética y que la lidera Agustín Gerez, un camporista que responde al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo.
Según confiaron cerca del Presidente, fueron los funcionarios de La Cámpora los que armaron el pliego de licitación que ganó Techint y de la chapa que el grupo fabrica en Brasil, de 33 milímetros de espesor. “Si en lugar de poner esa especificación hubieran puesto 31 mm, como son los gasoductos en Europa, se podría haber provisto caños desde otra firma que produce en Villa Constitución (Laminados industriales SA). Los que están usando incorrectamente la lapicera son los funcionarios de Cristina”, explicaron fuentes oficiales.
La vicepresidenta había hecho mención en su discurso al gasoducto Néstor Kirchner y a la relación del Gobierno con la empresa Techint, que interviene en la extracción de gas de Vaca Muerta y en la obra civil, todavía no iniciada, para trasladar ese gas. “Hay que sentarse, no como amigos”, afirmó. “Hay que pedirles que devuelvan”.
Además, le pidió al Presidente que le reclame a Techint que traiga a la Argentina una línea de producción de acero laminado sin costura, que actualmente produce en Brasil, para abastecer la construcción del gasoducto. “El que quiera gobernar la Argentina sin tensiones ni conflictos que se postule a la presidencia de Suiza”, sostuvo la expresidenta en el acto por los 100 años de la fundación de YPF, en Tecnópolis.
El titular del Grupo Techint estuvo hace 10 días en la Casa Rosada y destacó el anuncio del Gobierno para flexibilizar el cepo cambiario para el sector del petróleo y gas.
Después del extenso mensaje de Cristina Kirchner, el Presidente decidió dejar el discurso que había preparado y respondió a las “reflexiones” que hizo la vice. Eso generó que más de uno de sus colaboradores entrara en pánico. Finalmente, con el resultado final, la improvisación del mandatario no generó nuevos problemas.
En las horas previas la preocupación en la Casa Rosada estaba centralizada en el mensaje y los gestos que podría dar la vicepresidenta. “No hay que dramatizar, todo lo que dijo ya lo había dicho”, remarcaron cerca del jefe del Estado.
La vicepresidenta, según confió uno de sus principales espadas políticas, plantea tres puntos de diferencia frente al Presidente: recuperación del poder adquisitivo, la lucha contra la inflación y la administración del comercio internacional.
La última vez que habían estado frente a frente fue el 1 de marzo, en el Congreso. Después de ese día se profundizaron las diferencias y el kirchnerismo duro decidió exponer los cuestionamientos públicamente. El quiebre total llegó con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ayer, en Tecnópolis, hubo reencuentro, pero eso no alteró el camino que cada uno ya definió.
Fuente: La Nacion